«La sociedad no ha acabado de valorar nuestro trabajo en estos meses críticos»

AL PIE DEL CAÑÓN EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO, II

Francisco Emilio Vila Prunera tiene 43 Años y trabaja en el área de reciclaje de la entidad social Fundació Deixalles (ámbito de la inserción), concretamente en la planta de envases ubicada junto al parque de tecnologías medioambientales gestionada por Tirme S. A. De desempeño y experiencia polivalentes, es conductor especialista y sus tareas van cambiando constantemente, llegando a ocupar tres puestos distintos por semana. "Una semana puedo estar en la playa, donde movemos los residuos de envases con la pala cargadora; otra semana estoy de palista de material ya prensado para cargarlo en los camiones y estos poder llevarlos a sus destinos; y otra semana estoy de prensista, esto es, encargado de prensar las distintas fracciones de plásticos y aceros", explica.

Francisco trabaja para Deixalles desde 2005 y es representante sindical desde 2007. Comenzó en esta andadura con CC.OO., pasó por la CGT y en 2013 se decantó por USO, habiendo colaborado desde entonces en la organización de elecciones sindicales, formando parte de la Comisión Gestora, haciendo consultas y gestiones varias, y colaborando en lo posible con la acción que para con el personal de la Fundació lleva a cabo con denuedo nuestra Federación de Industria, comandada por el secretario general Mamadou Niang.

Nuestro protagonista de esta semana en Al pie del cañón en tiempos de confinamiento tiene mucho que contarnos acerca de su trabajo (y el de sus compañeros/as) durante el período más delicado del Estado de Alarma por la propagación de COVID-19.

Pregunta: ¿Cómo fue -física y moralmente- trabajar durante esos días de incertidumbre para toda la ciudadanía?

Respuesta: Al inicio del confinamiento no notamos grandes cambios. Fue pasadas 2 semanas, cuando se tomaron medidas como la limitación de aforos y demás, que empezamos a padecer mayor carga física dado que hubo una reducción de personal: pasamos de ser unas 16 personas en planta, a 12 o 13, divididos en dos entidades. Fue cuando el ERTE afectó también a parte del personal. Pasado este tiempo, seguimos aplicando las medidas de precaución, pero las cargas y exigencias laborales aumentan considerablemente con la llegada del verano, así como las maneras en que ahora recibimos y separamos el material por razones de prevención.

En lo moral, imagínate... En mi caso, mal, puesto que salía y me iba a casa con el miedo de poder contagiar a mi familia. Algunos de mis compañeros vivían en sus casas con familiares pertenecientes a los grupos de riesgo, así que optaron por la reducción del 100% de la jornada, y siempre con la precaución de no llevarse 'el bicho' a casa.

P: Entonces, el volumen de trabajo se incrementó en las semanas de confinamiento, y contasteis con menos personal...

R: En general, sí, tuvimos mayor carga. En primavera y verano solemos hacer turnos de lunes a sábado con un día libre rotativo más el domingo de descanso: 8 horas diarias, 40 semanales. Pero en esas semanas los turnos cambiaron mientras el volumen de trabajo era el mismo y el personal menor, con lo que la carga aumentó. En un verano normal podemos tratar unas 44/46 toneladas de residuos entre impropios que se queman y materiales que se reciclan. En esta etapa de la que hablamos, y dadas las circunstancias, la diferencia ha sido de apenas 5/8 toneladas menos, pero con la nueva distribución de operarios en cintas la carga inevitablemente aumentó.

 P: ¿Crees que la sociedad balear es consciente de cuál ha sido vuestra labor durante esos días críticos? Dicho de otro modo, ¿sentís que socialmente se ha reconocido vuestra labor?

R: Lamentablemente, creo que no muchos conocen el ámbito del tratamiento de residuos, de manera que resulta complicado poder valorar lo que hay detrás del proceso iniciado por el ciudadano cuando deposita la bolsa de basura en el contenedor. Nos llegamos a encontrar piezas de moto, parachoques de coches, puertas de neveras... Quizá esté confundido, pero considero que la sociedad no valora nuestra labor como sería merecido.

P: ¿Y a nivel empresarial (de la Fundació, en este caso) ha existido ese reconocimiento?

R: [Francisco sonríe irónicamente]. Te explico: hace dos o tres años los peones cobraban un incentivo -aparte de la masa salarial- y pluses de 5 euros diarios por venir a trabajar, lo que podía traducirse en unos 80 o 90 euros mensuales. Debido a una renegociación del contrato con Tirme, este incentivo fue modificado para pasar a ser "de producción" con unos ítems productivos que, de no alcanzarse, provocaban el no cobro del mismo. Pues bien, durante el Estado de Alarma no hemos cobrado ese incentivo productivo y, además, tampoco han pagado a los peones como antes. Un "gracias" en forma de comunicado es lo que hemos recibido.

Es por detalles como estos que muchos aquí dentro seguimos reivindicando condiciones más justas para los trabajadores. Sería coherente que Deixalles, de carácter social y sin ánimo de lucro, trasladase esos valores al trato con el personal, por ejemplo volviendo a pagar la subida del IPC, que no se ha hecho en los últimos años; o no utilizando los convenios laborales para imponer distintos raseros de condiciones; o acabando con el hecho de que la entidad cree otras entidades para utilizar 'la inserción' como excusa para ofrecer sueldos, exigencias y parámetros que no son iguales para todos.

P: Volviendo a una cuestión anterior, he percibido angustia, no sé si miedo, cuando hablabas de los días en que salías de casa temiendo 'lo que pudieras llevar o no' a casa...

R: Ambas cosas. Incertidumbre porque mi mujer ya estaba en casa desde una semana antes del 16 de marzo (trabaja en el sector de la limpieza, en un colegio) y a día de hoy no ha vuelto al trabajo. Incertidumbre también porque noto falta de concienciación en muchas personas que se han relajado sobremanera en las medidas de prevención del virus, de manera que nos encaminamos a otro confinamiento y eso sería una debacle económica para todo el mundo. Y el miedo aún lo siento al ser el único que sale de casa para comprar, trabajar, etc., y nunca sabes si volverás contagiado a la casa donde está tu gente. Suma a eso el haber conocido la muerte de un familiar [en Madrid, en ese caso] por la pandemia.

P: Para terminar, nos gustaría aparcar vuestra labor durante los tiempos de confinamiento y hacer un repaso más general: ¿está implicada la ciudadanía balear con la mentalidad de reciclaje necesaria para cuidar el medioambiente en estos tiempos?

R: Diría que un porcentaje a tener en cuenta de población piensa, por ejemplo, que cualquier plástico es válido para el reciclaje. ¡Error! El material que tratamos viene muy sucio de otros materiales no reciclables, y en verano aún más, pues los hoteles y algunos Ayuntamientos no tienen miramiento con lo que nos traen. He llegado a encontrar restos de contenedores verdes troceados, tenderetes de hierro, sombrillas o hamacas en navidad, botellas de cristal... Cada época 'tiene su residuos característicos'... Por desgracia, me reafirmo en mi pensamiento de que aún hay poca conciencia colectiva de reciclado y separado de materiales.

En cualquier caso, nosotros seguimos haciendo nuestra labor y tratando de generar conciencia. Tenemos plantas en Mallorca, Ibiza y Formentera, unas con maquinaria más autónoma y otras más dependientes de personal de control de calidad.

Gracias por todo, Francisco.

Gracias a vosotros. Y antes de terminar, me gustaría reconocer el esfuerzo de todas las personas que a diario luchan por mejorar las condiciones de nuestro personal, así como agradeceros el que hayáis querido dar visibilidad a nuestra labor, tanto en tiempos de confinamiento como en un contexto más general.